Tenemos orgullo propio. Nos ponemos felices cuando al CAE+E llegan otras personas, nuevas voces, miradas otras. Nos gusta hacer el trabajo con cariño: a los posts no les damos likes, les damos amor.
Nos sentimos muy CAE+E cuando conectamos con nuestros estudiantes y nos enriquecen con ideas para mejorar sus clases, o nos cuentan a cuáles profes admiran y por qué, o simplemente cuando nos cuentan qué quisieran ser cuando “sean más grandes”.
Nos encanta cuando los profes conectan con nuestras ideas y emprendemos planes en conjunto como colaboratorios o innovatlones o hackatones de inteligencia artificial; o nos comparten datos claves al responder a nuestras preguntas existenciales sobre ¿cómo ha sido ser profesor? ¿o si les resulta importante colaborar y aprender con otros? ¿o cómo fue aprender y enseñar en el confinamiento? ¿o cómo fue volver a la U luego de la pandemia?
Celebramos cuando una publicación nuestra llega a más y más personas, porque encontramos en ello una ocasión para que se enteren de los proyectos CAE+E y se sumen a colaborar, a traer problemas y a construir soluciones. Encontramos un sinfín de oportunidades cuando más personas se atreven a innovar y transformar sus prácticas educativas.
Nos inspira ver proyectos que piensan la enseñanza como algo que va más allá de las aulas y las expande, convirtiendo las ciudades, las regiones, los laboratorios, las industrias, las escuelas, los hospitales, las comunidades (aun cuando esta sea una comunidad punkera) en territorios prolíficos de aprendizaje y exploración. Nos esperanza saber que hay tantos rincones donde pueden seguir haciéndose preguntas sobre lo pedagógico y, sobre todo, nos apasiona acompañar a esta universidad en el gran desafío que supone ser pertinente y apropiada a los signos de estos tiempos.
